Journal de Comunicación Social 13(21), 153-167 agosto-diciembre de 2025 ISSN impresa 2412-5733; ISSN online 2413-970x DOI: https://doi.org/10.35319/jcomsoc.2025211335

 

Escribir las prácticas educativas, escribir historias vividas, horizontes de acciones antirracistas

Writing Educational Practices, Writing Lived Histories:
Horizons of Anti-Racist Action

Luis Manuel Cuevas Quintero

Universidad Pedagógica Nacional Unidad Ajusco, Ciudad de México, México

https://orcid.org/0000-0003-1468-408X

mcuevas@upn.mx

 

 

 

Resumen: Se ofrece una lectura crítica de la presencia, persistencia y reproducción del racismo en las universidades latinoamericanas, un campo de investigación emergente en la región, que aborda un objeto de estudio poliédrico, necesario para la comprensión de la sociedad y la cultura latinoamericana. Desde un análisis sociohistórico de once capítulos construidos desde diversos lugares de enunciación, me propuse indagar acerca de los sujetos concretos, las teorías que se interpelan, los acercamientos metodológicos y las prácticas sociales recuperadas para definir un lugar común para una crítica de la razón racista y de sus mediaciones. Se encontraron correlaciones entre el racismo, las identidades vulneradas y la serie de prácticas sociales que se dan en los espacios universitarios y sostienen las diversas manifestaciones sean visibles o no de la discriminación.

Palabras clave: Racismo, instituciones de educación superior, prácticas sociales, pedagogía antirracista, interculturalidad.

Abstract: This paper offers a critical reading of the presence, persistence, and reproduction of racism in Latin American universities—an emerging field of research in the region that addresses a multifaceted object of study, essential for understanding Latin American society and culture. Through a socio-historical analysis of eleven chapters constructed from diverse positions of enunciation, I aimed to investigate the concrete subjects, the theoretical frameworks engaged, the methodological approaches, and the social practices examined in order to define a common ground for a critique of racist reasoning and its mediations. Correlations were found between racism, violated identities, and the series of social practices that occur in university spaces and sustain various manifestations of discrimination, whether visible or not.

Keywords: Racism, higher education institutions, social practices, anti-racist pedagogy, interculturality.

 

I. Introducción

He aquí que estamos en la vida cotidiana, con todo el peso de las cosas encima. […] Nosotros trataremos de encontrar la verdad inconmovible en lo cotidiano, pero en un terreno elemental (Rodolfo Kusch, Geocultura del hombre americano)

Estas interrogantes en torno a una verdad situada en el mundo de la vida que se deducen del texto de Kusch nos remiten a un orden social que no se encuentra solamente en los textos, en la cosificación de las palabras y en la distancia que estas palabras establecen con ese magma social de la diversidad que instituye en parte el mundo de la vida americana. El giro que supone reconocer este magma sensible y desafiante al investigador implica moverse y volver a ese espacio que desafía los conceptos y admite la búsqueda de categorías que surgen del reconocimiento de los otros, de la potencia de lo social como un campo con agentes visibles que no figuran en las historias monológicas y hegemónicas. Frente a las grandes operaciones reductoras del racionalismo de corte cartesiano, existen otras operaciones racionales que, siendo plurales, permiten cuestionar los grandes metarrelatos que alimentan los imaginarios sociales.

El mundo práctico de la vida en donde lo instituyente imaginario se reconfigura admite miradas y acciones que en el campo de investigación sitúan el trabajo en  lo cotidiano, en un mundo que en apariencia reproduce la normalidad pero en donde se dan conflictividades, se construyen ilusiones, se producen relaciones de fuerza, se ponen en juego microprocesos dialécticos que exponen sus verdades y sus cuestionamientos a las verdades que se dan por absolutas y que esconden, como se sabe, la pulsión del dominio de unos sobre otros, de la segregación y de la discriminación que forman parte de la convulsa historia de las Américas y de sus relaciones globales (Wade, 2021; 2009; Appelbaum et al., 2003).  El espacio que se abre motiva preguntas que, siendo en apariencia simples, remiten desde el reconocimiento de lo cotidiano a una red de intersubjetividades e intertextualidades culturales que permiten fijar la atención en espacios como los educativos que son a la vez espacios formadores o deformadores de conciencia y de ethos y de modos de convivir.

¿De qué manera las universidades y, en general, los diversos niveles educativos reconocen y abordan el tema de la diversidad, la interculturalidad y los actores sociales? La pregunta interpela al currículo, a la práctica escolar y a los actores que se interceptan en ese vasto campo que es la educación en las Américas.

A la vista de este campo, este artículo ofrece una lectura crítica del tema del racismo en las universidades, introduce una exploración en las comunidades de investigadores de América Latina que incluye una producción creciente; de este modo, y solo para referirnos al campo exclusivo de los estudios del racismo en las universidades, podemos mencionar trabajos recientes como los de Mato (2025, 2020), Navia, Velasco y Czarny (2025), Navia y Czarny (2024) a los que se suman artículos, tesis y encuentros de académicos que han llamado la atención sobre estos espacios en donde no se solía identificar o examinar su presencia, invisibilizando, en consecuencia, las prácticas y marcas que se reproducían de forma consciente o inconsciente en las aulas universitarias.

El racismo se convierte, ya no en un trabajo de comunidades cerradas, sino en un objeto de estudio poliédrico y dialógico que abre los territorios con sus agentes y agencias, objeto con sus sujetos, necesario para la comprensión de la sociedad y la cultura americana y, en un orden más concreto, impulsa la identificación de su presencia, de las prácticas, de lo que no se dice y cuestiona, por lo tanto, su reproducción en los espacios de educación superior. 

Desde tal perspectiva y lugar de enunciación, se autoriza ─dada la complejidad del fenómeno─, el trabajo colectivo y una multidireccionalidad que abarca la extensión de un campo que supera, en cierto modo, la verticalidad tradicional de algunos cuerpos académicos preguntando por los sujetos concretos, interpelando teoría, prácticas sociales y acercamientos metodológicos que ayuden a definir un lugar común para una crítica de la razón racista y de sus mediaciones. En este orden de ideas, el texto que aquí se ofrece abre una ventana sobre el tema y, en el caso particular que nos ocupa, se recurre al libro Racismos y educación superior en Indo-Afro-Latinoamérica, coordinado por Gabriela Czarny, Cecilia Navia, Saúl Velasco y Gisela Salinas (2023). Como se observa ya en el título, se introduce un tema polémico: la nominación del continente. Nombrar esa porción del continente remite a una arqueología nominativa que en la proyección de una totalidad remite a la invención de América ─como apreciaría Edmundo O´Gorman (1958)─. El acto de “bautizar”, remite a conflictos ontológicos de un yo cuyo nombre va mostrando las marcas del giro histórico que introdujo la expansión europea y la implantación colonial. El nombre siempre ha causado polémicas dadas sus implicaciones identitarias y culturales que terminan afectando la vida social y el orden de lo imaginario. En otro plano, detrás del problema del nominativo, hay otras historias que envuelven al fenómeno de la conquista, el colonialismo, las repúblicas y las modernidades productoras de exclusiones en nombre de una homogeneización que expresa realmente formas de clasificación humana basadas en la raza, un concepto conflictivo que atraviesa el devenir del continente y permea simbólica y funcionalmente las relaciones sociales cuya división operativa expresa la tensión entre hegemónicos y subalternos, dominadores y dominados, blancos y gente de todos los colores.

 

II. Interrogar al racismo para una crítica de su razón y praxis

El campo de trabajo opera abriendo la posibilidad de denunciar y cambiar las relaciones de fuerza y la propia función de educar para una sociedad que al día de hoy ha incrementado su diversidad producto de los flujos globales. En tal contexto, junto a la primera pregunta, se agregan otras más cercanas al mundo de vida de las personas:

¿Cómo podemos identificar el racismo? ¿cómo lo podemos enfrentar en los espacios sociales de las instituciones educativas? ¿Qué dicen los actores sociales en su cotidianidad?

Las preguntas buscan crear conciencia de su presencia, de las representaciones, de las formas de interactuar en los salones de clases, pero también, de la imperiosa necesidad de actuar en tales espacios. Ellas, como se ve en la encrucijada de los trabajos dedicados a estudiar el racismo en la universidad, autorizan todo un campo de investigación aplicada en ciencias sociales cuyo más acá podría redefinir  de forma más comprometida la función social del conocimiento y la necesidad de registrar las experiencias de construir lo que podríamos llamar de forma más concreta una crítica de la razón y praxis del racismo. Y esta no es una simple frase de decoración académica sino una expresión de una disposición a impactar los procesos de formación de estudiantes, docentes, investigadores y de toda la comunidad educativa universitaria, que en otro plano no está separada de la sociedad y que se debe a ella retribuyendo y ampliando la posibilidad de una acción transformadora de las relaciones sociales que se mueve en la negatividad de un no frente al racismo y en la positividad de la apertura hacia los otros, los diferentes, los que enriquecen con su diversidad el mundo multicolor de lo humano, que se aparta y cuestiona los usos del color como estigma, como argumento de discriminación y subalternidad.

La cuestión de la revisión de la institución educativa ya no vista como una estructura fría y bancaria, sino como un espacio que puede ser abordado bidireccionalmente, es decir, desde adentro y desde afuera, implica a sus actores y a sus prácticas en un plano que supone alteridad y diferencia que deben cultivarse en las relaciones sociales y, por ende, en las relaciones educativas y sus procesos formativos o deformadores constituidos socialmente en la práctica escolar, esto desde el kínder hasta llegar a la universidad.

Este ámbito no es neutral y está atravesado de prejuicios que generan marcas en las que es posible detectar la presencia del racismo y la exclusión, la negación o el rechazo de la diferencia, como también sus opuestos, es decir, las pequeñas acciones que los académicos sensibles al tema hacen para mostrar y brindar soluciones concretas a una presencia que altera las relaciones humanas degradando su existencia.

 

III. Racismos y educación superior en Indo-Afro-Latinoamérica

La cuestión de la legibilidad del mundo de la vida, de cómo se organizan las instituciones, de su poder de decir algo y de la intervención que reclaman como posibilidad de transformación de las relaciones humanas, emerge con toda su potencia y su dinámica, vale decir, recurren al reconocimiento de un malestar que moviliza la crítica más allá de la conformidad y la repetición retórica, interpelando la inercia institucional, modelada por los poderes hegemónicos, sus imaginarios y sus prácticas sociales intencionales o inconscientes.  

En tal sentido, el libro Racismos y educación superior en Indo- Afro-Latinoamérica reúne 11 capítulos individuales y colectivos (19 autores en total que proceden de países tales como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala y México). Editado por CLACSO Argentina y la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco, México, el libro muestra la conformación de una comunidad de estudiosos que trascienden el mero lugar para tejer redes entre lugares,  haciendo visibles en una perspectiva interescalar, un problema urgente y, si se quiere, estructural y sistémico en el propio curso de las convulsas historias sociales de las Américas, en especial las que remiten a los espacios educativos como, por ejemplo, el universitario, campo privilegiado de este estudio colectivo. 

En conjunto, se trata de una definición de campo, de una apuesta a un enlace entre el acto de decir, de denotar en el sentido de significar o de identificar un síntoma, un problema y de actuar en consecuencia. Como se deduce, el problema no se reduce a una actividad solamente enclaustrada y cerrada en sí misma, sino que pone a disposición de un público amplio un conjunto de trabajos cuya heterogeneidad toma sentido en el lugar de enunciación de un problema y de unas líneas de acción sobre el campo conflictivo del racismo y cómo este impacta de formas diversas sobre la vida universitaria, movilizando atención y acciones antirracistas desde el punto de vista de una pedagogía activa.

Los destinatarios del libro importan, pues el tema de la raza y el racismo a veces se naturaliza socialmente a tal punto que se niega su existencia o se invisibiliza el lugar desde donde debe mirarse. En este orden de ideas, decir lugar es también construir y nombrar un espacio que puede contener la tesis del racismo y su antítesis el antirracismo, autorizando en esta tensión dialéctica, una crítica negativa y positiva a la vez.

El primer movimiento crítico busca mostrar la diferencia en donde A no es igual a B y en donde el establecimiento de la diferencia no puede ni debe definirse con criterios de superioridad o inferioridad, según prescribía el discurso etnocentrista, colonialista, nacionalista y racista cuyas marcas e imaginarios aún están presentes en las prácticas sociales y en las propias instituciones educativas. La segunda apuesta o movimiento, busca afirmar la necesidad de la transformación y erradicación de lo que el racismo produce y en dónde es producido, es decir, en sus espacios visibles o invisibles, nombrados o anónimos, pero no por ello menos virulentos, esto es, espacios que diseminan el racismo y lo reproducen, fracturando, en consecuencia, toda posibilidad de convivencia y con ello, de una existencia plena del ciudadano, afectando las relaciones intersubjetivas que alteran la convivencia.

En una valoración de conjunto, el aporte de este libro colectivo se dirige no solo a mostrar los procesos culturales y las prácticas de invisibilización del otro, sino que apunta hacia un objetivo de educación crítica y activa. Como señalan los autores, se abre una brecha, un reto para situar en el contexto del racismo los problemas estructurales y de representaciones que se reproducen en los sistemas culturales de Indo-Afro-Latinoamérica.

Como parte de algunos de los retos que se anuncian inminentes para avanzar en una ruta  antirracista desde la educación superior, y con diversas perspectivas, las/los autores  identifican: la necesidad de construir en las instituciones educativas —marcadas por un  modelo universal con una postulación de ciencia de corte eurocéntrico-moderno-colonial—, perspectivas desde una pluralidad epistémica y diálogo de saberes para la reformulación de  la producción de conocimientos; la importancia de tratar en los procesos formativos y  reflexivos los temas sobre descolonización y/o decolonialidad, y la revisión naturalizada sobre los procesos de blanqueamiento de las subjetividades en los países latinoamericanos;  el superar la interculturalidad nominal hacia la intra-interculturalidad emancipadora (Czarny et al., 2023, p. 6).

De esta correlación entre mostrar un fenómeno en su condición de historicidad y la necesidad de aportar cuestionamientos y soluciones prácticas, se construye una proyección de acciones reflexivas al interior de las historias compartidas por las que transitan los 11 trabajos, mostrando marcos comunes y estructurales del racismo y las especificidades que los constituyen en sus bases regionales y los lugares que le brindan unas características peculiares en las que se reproduce o muta. Tres aspectos permiten al lector establecer un diálogo:

-   Pensar críticamente la patología del racismo, sus historias, sus espacios.

-   Escribir la historia, escribir las prácticas educativas en el horizonte de la patología racista y las acciones antirracistas.

-   Un libro para leer lentamente, una nueva cartografía para orientarse en el mundo de las relaciones sociales educativas.

 

IV. Pensar críticamente la patología del racismo, sus historias, sus espacios

Es posible pensar críticamente el racismo como una patología cuyas consecuencias son la alteración, la marca corporal e imaginaria cuya expresión sin eufemismos  es el quiebre de la vida de los otros desde una pretensión de superioridad que segrega y empobrece la convivencia, que somete y reduce a nada a ese otro que se me aparece y que no puedo reconocer en su diferencia y, por lo tanto, no puedo aceptarlo como igual, como prójimo y sujeto de derecho, como aquel que no soy yo, pero que está en el mismo espacio que habito y que no acierto a reconocer y menos a compartir socialmente y, en términos de respeto, el espacio que habitamos y el espacio en el que se van formando los valores.

Estas inquietudes cobran forma en las dimensiones espacio temporales que definen no solo la gran historia con sus historias hechas y por hacer sobre el campo complejo de las interacciones humanas, sino que remiten a la condición microhistórica de las cotidianidades en las que el racismo aparece con toda su fuerza disociadora y disolvente de los vínculos con los diferentes. La construcción identitaria que constituye la unidad del grupo en la dialéctica amigo/enemigo define a sus opuestos, negando la relación intercultural e interracial que es producto de flujos, desplazamientos y encuentros.

El campo exige acciones que envuelven a los espacios políticos y públicos autorizando un nuevo posicionamiento de las disciplinas y de la educación que cobra, en nuestros espacios, una dimensión de observación atenta, un volver de nuevo en el tiempo presente a la pedagogía crítica. No sin razón, Freire (1987) sostiene en La educación como práctica de la libertad que “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” (p. 7).

Vista en las relaciones de temporalidad y de espacialidad, en las condiciones de historicidad cuyas dimensiones orientan toda interpretación entre tiempos y entre lugares y territorios, el espacio del racismo, como aprecia Wieviorka (1992), no solo es un fenómeno planetario que está distribuido por el mundo y explica, en parte, los grandes conflictos y sus degeneraciones violentas, sino que tiene dimensiones concretas en donde transcurren las relaciones sociales que están marcadas por nacionalismos y por conciencias cerradas de comunidad que excluyen a los distintos, a los que no llevan la marca esencial del sujeto nacional tipo. Tal situación y condición permiten explicar la producción social del racismo y su reproducción en las instituciones educativas.

Desde este punto de vista, el espacio que abordamos en nuestra lectura, propiciado por su geolocalización y su construcción de un lugar de enunciación, implica una redefinición de qué es lo concreto y ello implica, no solo la dimensión física que determina a la exclusión en un espacio que puede ser el propio espacio educativo, sino que implica una conexión con otro pliegue de ese espacio en el que se define un lugar disciplinario, ético, moral. Este no es otro que su lugar de enunciación que define el acto de mirar y, por lo tanto, de las reflexiones y de la formación de las ideas, orientando, a su vez, las explicaciones y las interpretaciones. Se trata de un posicionamiento que se abre sobre el espacio cerrado del prejuicio y multiplica las posibilidades de explicar y explicarnos a partir de esos lugares en los que transcurren las relaciones humanas y en las que estas son alteradas por el racismo y sus expresiones concretas e imaginarias en los espacios educativos y sus diversos sistemas.

 

V. Escribir la historia, escribir las prácticas educativas en el horizonte de la patología racista y las acciones antirracistas.

El tema de la raza está presente a lo largo de la historia de las Américas; también, con ella, el problema de nombrar el continente. Se han probado diversas formas de nombrarlo América, Latinoamérica, Hispanoamérica, Indoamérica, Iberoamérica, Abya Yala, Indo-Afro-latinoamérica; Amerrikúa, como una necesidad de apropiarse simbólicamente del lugar, de un espacio geográfico que, al nombrarse, define a su vez una identidad, un modo en el que se cruzan, sin sospecharlo, las huellas de sucesivas migraciones, invasiones y nomadismos, de circulación de productos culturales y de flujos de ideas y valores cuyos referentes son también raciales, sociales, económicos y culturales. Como podemos apreciar oportunamente con Staszak (2012):

Así como la clasificación racial tiende a colocar al hombre blanco por encima de los demás, la división continental opone dos conjuntos, por una parte, Europa y por otra los continentes de color […] la noción de civilización completa eficazmente el dispositivo […] La noción de continente es el equivalente espacial de las nociones de raza y civilización (p. 189).

Queda así establecida más que una clasificación, una dicotomía que engloba todo debate y lo reduce a oposiciones bajo las que se esconde la aspiración a un poder hegemónico y, por lo tanto, excluyente, subalternizador. De este modo, el mismo Stazsak (2012) señala que este imaginario geográfico polariza con mucha eficacia el espacio, fundamenta un “Nosotros frente a los Otros”, naturalizando la división de un aquí y un allá mediado por la superioridad, el logos y el exotismo.

La operación de reducción entre buenos y malos salvajes, son artificios que dan un fundamento de legitimación a la dominación; como diría Bartra (1992), tal división autoriza a su vez una historia, un decir sobre el otro que es marca, que traza una historia bajo la condición de hegemonía y subalternidad, de colonización y despojo. La imagen que “educa” en tal sistema es la de blancos y gentes de demás colores. Tal representación fuertemente instituida en el orden de lo imaginario social cancela el diálogo. Por ello, el rescate de las voces de esos “otros” se vuelve tarea importante que mueve al lugar de enunciación en su trabajo de enfrentar la pretensión de dominio sobre cuerpo, psique y cultura que realiza el racismo y su tarea reduccionista de la diversidad que somos, como lo rescata de una forma amplia y espacializada el libro colectivo dedicado a registrar los problemas del racismo en la educación superior.

La nacionalización del pasado indígena, afroamericano, criollo y hoy en día de otras procedencias étnicas asociadas a las migraciones modernas que se suman a las estructuras raciales y de mezclas reduce, deja por fuera a cientos de naciones cuyas historias quedan silenciadas o que  solo aparecen si el sentido de la historia nacional las necesita para probar una existencia más lejana; un Ad originem nacional que se apropia de esos pasados, en especial, el de las naciones indígenas y las uniformiza,  las cosifica como dóciles estatuas de bronce, como fechas y como arquetipos de la esencia nacional con su construcción de sujetos estereotipados y, por tanto, instrumentales dentro de los proyectos culturales y políticos (Figueroa & Cuevas, 2022).

Nuestra historia para tomar como referencia a O’Gorman (1958) y a Rabasa (2009) es el resultado de sucesivas invenciones que implican no solamente el tema de lo iberoamericano y lo anglosajón sino también a las otras dimensiones geoculturales cuyas presencias originarias son anteriores, como se sabe, a la invasión europea, ofreciendo una cartografía que complejiza aún más el tema y al que responde, en parte, el libro que presentamos al mostrar un espacio de historias compartidas en torno al racismo y a la necesidad de oponer otra posibilidad de educar en las alteridades en una suerte de dialéctica.

En este sentido, la historia, la recuperación de la historia, implica una escritura que puede mostrar, ocultar intencionalmente u omitir las historias de los otros. Tal tipo de escritura es un poder. Pero esa escritura de la historia es solo una parte de procesos más complejos que tienen siempre una gran dificultad con el presente y con las maneras que tenemos de recuperar esos pasados que nos presionan y de las que son portadores los grupos sociales, étnicos y las naciones que no son el Estado, pero que sufren sus acciones a través de la implantación de un modo de ver la historia; bajo esta se esconde la marca del racismo fundacional de la colonización y de las sucesivas variaciones que se esconden en la historia moderna, contemporánea y en las cotidianidades, en los espacios de las instituciones de educación superior.

El plural de las historias múltiples y complejas conduce a diversas formas de abordaje disciplinario; una de ellas es, naturalmente, el educativo. También, una perspectiva social del problema debe preguntar a  los actores sociales que reconstruyen, a su modo, formas de mirar y de decir, bajo las que subyacen prejuicios envueltos en la diatriba o la apología, la marca sobre el otro para inferiorizarlo o la misma marca que oculta al romantizar una existencia que está a su vez alterada por procesos históricos que cambiaron y cambian continuamente la pregunta por la identidad y por el lugar de los sujetos en las historias nacionales y su dimensión concreta, la vida social, la que acontece en el espacio público, en la escuela y en los diversos niveles que la componen hasta llegar a su nivel más alto: la educación superior.

Los tiempos de América y sus espacios, sus procesos de constitución social y nacional pueden ser vistos como decía Antonio Cornejo Polar (1996) como una heterogeneidad con lugares diversos, como una expresión de totalidad conflictiva que pone en cuestión la idea del mestizo o del sujeto uniforme de la ilusión del imaginario nacional. Este conflicto inherente a las condiciones de una historia multiescalar puede tomar el cauce de una experiencia que ayuda a superar los traumas del pasado y del presente o puede exacerbarlos en las crisis y en la desestructuración de los vínculos de convivencia o de comunidad. La pregunta se dispara y se abre a las instituciones sociales, entre ellas, la educativa, que está llamada no a una misión, sino a una recuperación del sentido práctico y atento de lo que puede y debe intervenir. Su función no es otra que un trabajo comunicativo interhumano transformador de las relaciones ciudadanas.

No sin razón uno de los autores recoge el espíritu de cuerpo que une el trabajo crítico del libro:

Erradicar el racismo en la Educación Superior exige contextualizar y desagregar la idea de “racismo estructural”. Es necesario diferenciar entre lo que podemos llamar “factores estructurales en sentido estricto”, “factores sistémicos” y “factores institucionales”. Este esfuerzo analítico puede contribuir a la realización de investigaciones empíricas para analizar las formas particulares en que el racismo se naturaliza y reproduce en los sistemas e instituciones de Educación Superior, que permitan diseñar formas eficaces de combatirlo y erradicarlo. Sin embargo, es necesario advertir que la diferenciación analítica entre factores estructurales, sistémicos e institucionales aquí propuesta no debe hacernos perder de vista que estos factores están articulados entre sí a través de las prácticas de actores sociales particulares (Mato, 2023, p. 357).

 

VI. Una nueva cartografía para orientarse en el mundo de las relaciones sociales, interculturales y educativas

El libro es el resultado de un trabajo colectivo internacional impulsado por el Proyecto de investigación y Erradicación del Racismo en la Educación Superior y el Laboratorio para la Erradicación del Racismo (LERES), fue financiado por la Universidad Pedagógica Nacional, Ajusco, México, atendiendo a una convocatoria emitida por la Secretaría Académica para proyectos de investigación sobre racismos, no discriminación y problemas socioeducativos en la población indígena afrodescendiente y en otros colectivos racializados.

En conjunto, las reflexiones y acciones que imprimen una unidad de sentido plural de este trabajo y lo inscriben en la sociedad, ayudan a combatir el racismo de forma decidida en el espacio educativo universitario.

En una perspectiva general y reorientadora, como aprecia Wieviorka (1992), la correlación la mirada, el pensamiento, las acciones son importantes y se mueven articuladamente:

¿Cómo ignorar que a menudo basta muy pocola intervención de algunos profesores, de un puñado de trabajadores sociales, de una sociedad de vecinos o de unos cuantos sindicalistas para que una situación difícil se modifique en uno y otro sentido, para que emerjan o se impongan algunos actores sociales, o para que al contrario se refuercen las tendencias al automovimiento, a la cerrazón comunitaria, al racismo? (p. 261).

El conjunto de textos es coherente y apunta, desde diversos ángulos teóricos y metodológicos (como es de suponer en un trabajo de autores diferentes), al estudio y comprensión del fenómeno, así como busca interrogar las prácticas y los sujetos envueltos en la cultura del racismo y en las respuestas emergentes a este dentro del marco de la justicia y de la ampliación de la gama de alteridades.

La perspectiva polifónica deriva de la consideración de los sujetos y ayuda a cambiar la perspectiva socialmente situada de sus actores ante el fenómeno del racismo, cuestiona su alojamiento “anómalo” en la cultura de la intolerancia, mostrando las emociones que atraviesan a los sujetos discriminados, las estructuras sociopolíticas que impulsan las relaciones asimétricas del poder y a las propias “normalidades” en las que de forma, a veces silenciosa, estos fenómenos mutan, manteniendo su fuerza de exclusión bajo formas sutiles del lenguaje, las gestualidades  y las discriminaciones institucionales.

Si bien la mayor parte de los textos ponen en juego la recuperación de las voces “subalternizadas”, es decir, les dan un papel relevante a los testimonios de los actores en un giro del abordaje académico, hay un par de textos que se limitan a una revisión documental y crítica y que, por tanto, no consideran la voz viva de los actores. Todos, sin embargo, desde sus metodologías y teorías, logran mostrar el problema centrado en el sistema educativo, en donde es posible intervenir para disolver los obstáculos que impiden el reconocimiento de la diversidad cultural y su puesta en diálogo. 

Las fuentes secundarias son usadas de forma correcta y permiten sostener, con evidencias, las críticas y soluciones que el texto aporta como un esfuerzo para erradicar el racismo y su reproducción. El texto convoca a un lector atento y motiva una lectura abierta cuyo objetivo es tejer las redes.

Como apreciaba Umberto Eco (1983/1984), hay libros que conducen a otros libros, pero también, hay redes de comunicación entre lectores. El libro que hoy presentamos cumple esa función abierta que fija la condición de la transformación personal y de la conciencia de un ser con los otros, vale decir, y recuperando a los sujetos del proceso educativo, de una formación y co-formación cuyas interacciones comunicativas acercan o alejan; se activan, crean y se producen en el aula, pero también en los ámbitos de la técnica (Bernard, 2006); el saber compartido y situado permite cuestionar el código educativo institucional y los antivalores como los que porta el racismo que opera como barrera al cambio, cerrando las expectativas plurales del futuro, y, por lo tanto, de relaciones de convivencia hospitalarias y abiertas a la formación de la comunidad en sus diferencias.

En la recepción se produce la apropiación y, con ella, la explosión de sentidos. El texto conmueve, al menos para mí; ha cumplido su primera función: mostrar un campo constantemente renovado por voces que se suman a otras voces, por actos de decir y nombrar. El libro reúne voces cuyo trabajo en esa zona de frontera y zona liminar, a la vez de los estudios críticos abordados esta vez, desde el punto de vista de la educación, toma como uno de sus objetivos trabajar por una pedagogía antirracista ─como recomendaba Juan Comas (1956)─.

Desde este orden de ideas se interpelan lo dicho y lo que no se dice, se interpelan a su vez, el espacio cerrado del orden paratáctico de la exclusión y la discriminación cuyo peso más terrible recae en el cuerpo de los otros, en el fenotipo, en la cultura cuya diferencia es rechazada y condenada, en el desconocimiento de su historia pasada y presente, y de su necesidad de estar y habitar, amenazadas constantemente por la violencia racista y sus sutiles formas de reproducción en los espacios educativos.

 

VII. Reflexiones finales o de como cultivar un jardín que no es el de Cándido

La ecuación de educar como acción para la formación de la autonomía y para la construcción de un nuevo sentido de la convivencia introduce un sobresalto en el código pedagógico de lo instituido, supone el doble reconocimiento del diálogo como principio orientador de un conocimiento compartido de las experiencias que dan sentido a la vida, y en un plano de derechos cuya razón de justicia se debe cuidar en el mundo de la vida universitaria, pero también, de la  solidaridad y apertura a ese otro que no soy yo, pero que me enriquece. Ese otro se me aparece y yo soy otro para él, y, sin embargo, con él y conmigo nos encontramos en un espacio abierto que redefine el carácter relativo del nosotros y el ellos vistos en plenitud del derecho de estar en un mundo conflictivo y violento que lo niega y lo coacciona en lo usos del lenguaje, en los gestos, en las sutiles prácticas de la exclusión. Pero también en otro estar siendo, como señalaría Kusch (1976), que nos impulsa a construir un horizonte más humano y una positividad de ese estar juntos de formas más hospitalarias y respetuosas de las diferencias.

Todos los textos argumentan desde un lugar de enunciación que, con audacia, geolocalizan y sitúan en la dimensión geopolítica, en los saberes situados, en la experiencia localizada (Mignolo, 2003); en la configuración de un espacio geocultural que instituye un ser que se mueve entre el conflicto y la esperanza, como apreciaría Kusch (1976). El panorama de la extensión territorial de Indo-Afro-Latinoamérica permite girar la mirada y luego devolverla en un plano de igualdad en los debates universales sobre las relaciones interculturales y, con ellas,  proyectan una ampliación de la mirada de justicia y de derechos y obligaciones, pues no solo se limita a comprender o entender, sino que actúa dialécticamente, superando la indefensión o la indiferencia que ocasiona el racismo en su actuar manifiesto o en sus operaciones de ocultamiento.

Ese esfuerzo nominativo se suma a la búsqueda y construcción de un lugar de enunciación cuyo principal movimiento supone un volver los ojos hacia nuestros espacios educativos; nace de las demandas de reconocimiento y de justicia y de un cambio en la relación de distancia de los investigadores universitarios, a veces, alejados de sus propios campos de estudio en una suerte de distancia teatral o de falsa concepción de la objetividad, pues en realidad el investigador no está afuera del espacio de los investigados.

También, abrir espacio para que los otros hablen y escucharlos nos autoriza una ampliación dialógica de las relaciones de alteridad en marcos de comprensión y de acción frente a la mutación autoritaria que suele tomar el racismo en los ámbitos educativos, tal y como proponen los coordinadores del libro.

También se señala la necesidad de superar la interculturalidad nominal hacia la intra-interculturalidad emancipadora, allí donde esta perspectiva mantiene un sentido para las/los sujetos-colectivos; una revisión de la impronta en historia del mestizaje, categoría que orientó la configuración de los proyectos de los estados nacionales desde el siglo XIX; así como la necesaria intervención desde la investigación sobre prácticas y discursos racistas en las instituciones para generar propuestas antirracistas. En este sentido, nombrar y denunciar el tema aspira a contrarrestar algunos de sus efectos al apuntalar la agencia y empoderamiento de los sujetos y las comunidades racializadas, y principalmente tocar las epidermis de las academias para profundizar en la comprensión del fenómeno y movilizarlas para promover nuevas prácticas institucionales. Tal vez ello, contribuya con agendas –en tanto prácticas de un hacer cotidiano– para desarrollar propuestas que caminen hacia el antirracismo (Czarny et al., 2023, p. 12).

Para tomar unas palabras de Marc Augé (2017), nuestro jardín ya no es el de Cándido, el jardín que debemos cultivar es cosmopolita y no podemos renunciar a trabajarlo de forma conjunta en los espacios universitarios que deben ser observados, revisados y transformados mediante la apertura dialógica que admite que la comunicación clara permite superar la inscripción de la sinrazón racista o cuando menos enfrentarla cuando emerge desde las pulsiones destructivas de lo humano y desde el orden de lo imaginario instituido que le brinda pseudoargumentos. En tal lugar que aspira a la convivencia, el nosotros adquiere cuerpo y sentido en un marco de relaciones globales e interlocacionales, como propone el libro. La diferencia no es obstáculo para comprender el bien común y lo comunal dentro de un campo que supone un dejar el confort académico y moviliza el pensamiento teórico y práctico, una revisión y una actualización del sentido de educar y de observar las prácticas sociales universitarias; implica mirar las relaciones que se dan en sus espacios. Educar en el tema de la convivencia y el reconocimiento, en la idea de justicia y del derecho encarnado en el mundo social y en la cultura.

Las prácticas sociales con sus signos negativos o positivos, como muestra el libro Racismos y educación superior en Indo-Afro-Latinoamérica, nos ofrece una ventana con un horizonte que  le da sentido al trabajo que se hace en las universidades; este debe atender el malestar social que ocasiona la existencia y persistencia del racismo y sus formas veladas de manifestar su poder de disociación y exclusión en nombre de una pretendida superioridad lesiva de la dignidad humana, en sus formas de actuar bajo la sque se esconde la violencia sutil contra el otro.

Frente a ello, un tránsito difícil, a veces complicado, que va desde la observación y registro de las prácticas racistas que acontecen en la universidad a la propuesta de acciones en el marco de una pedagogía antirracista que cumpla su función formativa y transformadora, como se propone en el programa de investigación que redefine la escritura de las prácticas y la reescritura de las historias que se pueden encontrar en las cotidianidades de las instituciones de educación superior.

En el “espacio entre”, que es el que se teje cuando dos o más concurren con sus diferencias, se reconoce la potencia de la diversidad. El enriquecimiento de la vida social se va haciendo en el espacio de una cotidianidad menos hostil y más hospitalaria, en la necesidad de formarse ética y moralmente, en el espacio compartido que da sentido a la existencia y a la necesidad de convivir, en el espacio común de las instituciones de educación superior de orientar su función formadora y co-formadora. Esto como un espacio de interacciones constructivas y cultivadoras de otro jardín cuya metáfora no se detiene en el cultivo de sí, sino en el esfuerzo de un campo cultivado y labrado por todos, un espacio abierto fundado en los apoyos mutuos y en las responsabilidades que exigen las relaciones sociales que se dan en las instituciones de educación superior Es un campo de observación y de trabajo para la investigación crítica que redefine la escritura de las prácticas sociales en otras historias ahora visibles en el contexto de una producción académica que atiende el tema del racismo de forma más abierta y con impactos sociales para erradicar o señmasalar esas presencias fantasmáticas.

 

Referencias

Appelbaum, N., Macpherson, A., & Rosemblatt, K.  (Eds.) (2003). Race and Nation in Modern Latin America [Raza y nación en la América Latina moderna]. University of North Carolina Press, Chapel Hill,

Augé, M. (2017). Memorias de la ciudad. Encuentro con Marc Augé en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Rev. Uruguaya. Antropología y Etnografía, 2(2), 125-130. https://doi.org/http://doi.org/10.29112/2.2.9

Bartra, R. (1992). El salvaje en el espejo. UNAM; Era.

Bernard, M. (2006). Formación, distancias y tecnología. Pomares.

Comas, J. (1956). “Los mitos raciales”. Universidad de México, X, (6), 1-10. https://us-mia-1.linodeobjects.com/rum/7bb6b5df-e757-46ec-a449-68cc506fdddc

Cornejo Polar, A. (1996). Una heterogeneidad no dialéctica: sujeto y discursos migrantes en el Perú moderno. Revista IberoamericanaLXII(176/177), 837-844. https://doi.org/10.5195/reviberoamer.1996.6262

Czarny, G., Navia, C., Velasco, S., & Salinas, G. (Coords.) (2023). Racismos y educación superior en Indo-Afro-Latinoamérica. CLACSO; Universidad Pedagógica Nacional.

Eco, U. (1984). Apostillas a “El nombre de la rosa”. (R. Pochtar, Trad.). Lumen  (Obra original traducida en 1983)

Freire, P. (1987), La educación como práctica de la libertad. México, Siglo XXI.

Figueroa Díaz, M., & Cuevas Quintero, L. M. (2022). El pasado también se transforma: Los usos del pasado indígena en las estrategias de comunicación de la Cuarta Transformación. Argumentos Estudios críticos de la Sociedad, 35(99), 195–214. https://doi.org/10.24275/uamxoc-dcsh/argumentos/202299-07

Kusch, R. (1976), Geocultura del hombre americano. Fernando García Cambeiro.

Mato, D. (2020). Las múltiples formas del racismo y los desafíos que plantean a los stistemas de educación superior. De prácticas y discursos, 9(13), 1-14. https://doi.org/10.30972/dpd.9134412

Mato, D. (2023). Contextualizar y desagregar la idea de “racismo estructural” para erradicar el racismo en la educación superior. En G. Czarny, C. Navia, S. Velasco, & G. Salinas (Coords.). Racismos y educación superior en Indo-Afro-Latinoamérica (pp. 337-366). CLACSO/Universidad Pedagógica Nacional Sede Ajusco.

Mato, D. (2025). Violencia verbal y otras prácticas de discriminación étnico-racial hacia estudiantes indígenas y afrodescendientes en universidades de América Latina. RLEE nueva época lV(2), 197-234. https://doi.org/10.48102/rlee.2025.55.2.714

Mignolo, W. (2003). Historia Locales/Diseños Globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. Editorial Akal.

Navia, C., Velasco, S., & Czarny, G. (2025). Racismo y antirracismo en universidades latinoamericanas. Narrativas de estudiantes. Revista de la Educación Superior, 54(215), 25-46. https://doi.org/10.36857/resu.2025.215.3403

Navia, C., & Czarny, G. (2024). Racismo en educación superior: tensiones y posicionamientos éticos. Sinéctica, Revista Electrónica de Educación, (62), 1-19, e1602. https://sinectica.iteso.mx/index.php/SINECTICA/es/article/view/1602

O´Gorman, E. (1958). La invención de América: investigación acerca de la estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir. Fondo de Cultura Económica.

Rabasa, J. (2009).  De la invención de América. La historiografía española y la formación del eurocentrismo. Universidad Iberoamericana.

Staszak J. F. (2012). La construcción del imaginario occidental del allá y la fabricación exótica: el caso de los toi moko maorís. En A. Lindón y D. Hiernaux (Dirs.), Geografías de lo imaginario (pp. 179-210). Anthropos; Universidad Autónoma Metropolitana.

Wade, P. (2009). Race and Ethnicity in Latin America. Pluto Press.

Wade, P. (2021). Racismos latinoamericanos desde una perspectiva global. Nueva Sociedad, (292). https://nuso.org/articulo/racismos-latinoamericanos-desde-una-perspectiva-global/

Wieviorka, M. (1992). El Espacio del racismo. Paidós.

 

Nota: Declaro que ningún tipo de conflicto de intereses ha influido en la elaboración de este artículo.